Por María Teresa Celada*
Es necesaria una reforma laboral, las actualizaciones merecen un análisis y un debate profundo que incluya el trabajo decente de las mujeres en ámbitos libres de violencia, las tareas de cuidado, el impacto necesario para terminar con las desigualdades sociales y económicas entre hombres y mujeres.
Las diferencias políticas en temas sociales y laborales, a esta altura y con el objetivo de ser un país desarrollado, ya deberían haber sido zanjadas.
Las discusiones sobre la esencia de los derechos laborales parecen no tener fin, estos ya fueron reconocidos en el año 1957 con rango constitucional con el Artículo 14 bis.
En el día del aniversario del fallecimiento de Crisólogo Larralde, deberíamos debatir sobre la defensa de esos derechos y la conquista de otros en pos de los trabajadores.
Fue Larralde, quien, en un contexto de gobierno de facto que convoca a considerar la reforma parcial de la Constitución Nacional, con partidos políticos proscriptos, atropello y mano dura de las patronales, huelgas, luchas salariales, cada vez mayor pobreza y ante el llamado a conformar una Convención Constituyente con representación proporcional, lidera uno de los procesos democráticos más importantes del constitucionalismo social de nuestro país.
Él como defensor de la clase obrera, insistió en la incorporación del mencionado artículo en el texto constitucional con el fin de garantizar los derechos personales de los trabajadores en relación de dependencia, los derechos colectivos del trabajo, tarea propia de las asociaciones gremiales y los derechos de la seguridad social para los trabajadores en relación de dependencia o no y de sus familias.
Nuestra Carta Magna garantiza la protección del trabajo y del trabajador, lamentablemente muchos funcionarios actuales no reconocen esta norma o quieren mirar a un costado en beneficio de unos pocos.
La brecha entre los que más y los que menos tienen es cada vez más amplia. El trabajo digno y decente en nuestro país es muy difícil encontrarlo. Las persecuciones son muchas, intensas y no distinguen el aprovechamiento de la necesidad.
El trabajo debe concebirse como una actividad colectiva, no individual ya que es un bien para todos. Debemos tener la posibilidad de ganarnos la vida con el que elijamos y generar condiciones seguras y saludables para desempeñarlo, de manera tal que lo hagamos con dignidad.
Lo que no debemos permitir es el desconocimiento o la ignorancia de una norma como lo es el Artículo14 bis.
Cuanto necesitamos hoy en día, donde existe una profunda crisis institucional, un Crisólogo Larralde que inspire y concrete, con libertad e igualdad, una verdadera democracia social para nuestro país.
(*) Abogada- Especialista en Seguridad Ciudadana- Diplomada en Perspectiva de Género y Diversidad- Diplomada en Actualización en el Sistema de Protección Integral de los derechos de Niñas, Niños y Adolescentes. Secretaria de Mujer y Género de la Organización de Trabajadores Radicales – OTR.