Ainchil aseguró esta mañana en diálogo con Télam que “la creación de nuevas universidades siempre representa una buena noticia”.
“La ampliación del sistema universitario en la Argentina siempre ha sido una herramienta que ha transformado la vida de las personas y las comunidades. Esta afirmación se puede sostener a partir del rol que tiene la Universidad pública en el desarrollo social y económico de las regiones y del país”, precisó.
En este sentido, el rector de la UNSAdA añadió que “una nueva universidad implica concebir la educación como herramienta de transformación social”.
El Senado de la Nación aprobó esta madrugada en sesión especial, y convirtió en ley, la creación de cinco universidades nacionales: la de Madres de Plaza de Mayo, en la ciudad de Buenos Aires; las del Delta, de Pilar y de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires; y la de Río Tercero, en la provincia de Córdoba.
Para dimensionar el impacto de nuevas universidades en el territorio, Ainchil apuntó que es necesario contemplar los tres desafíos que enfrenta la educación superior en la actualidad: innovación, calidad e inclusión.
“A partir del término innovación, se debe considerar la pertinencia de la propuesta formativa con un criterio que ponga el eje en las demandas territoriales, la formación de técnicos y profesionales vinculados a las necesidades del sector productivo y la articulación con los niveles educativos secundario y superior no universitarios, así como también, la articulación con otras universidades nacionales”, precisó.
En segundo lugar, Ainchil señaló que el aspecto de la calidad comprende “todo el accionar del sistema universitario en su conjunto, sus funciones de investigación, de transferencia y vinculación con el entorno, la integración de la universidad con las comunidades en las que están insertas, con una perspectiva que considere el desarrollo local y regional productivo, tecnológico y humano”.
Por último, el directivo del CIN subrayó la importancia de la inclusión de la mayor cantidad de personas con el foco puesto en progreso individual y social.
“La formación de técnicos y profesionales en las comunidades locales y las regiones permite generar mejores condiciones de vida a las personas, generar oportunidades en los territorios y, de esta manera, dinamizar las economías regionales y su vinculación con el entorno nacional e internacional”, concluyó.