Como era de esperar, la primera encuesta nacional realizada sobre el balotaje le da una cómoda ventaja a Sergio Massa. El candidato de Unión por la Patria (UxP) reúne el 44 por ciento de los votos, contra el 34 por ciento de Javier Milei de La Libertad Avanza (LLA).
Sucede que si se descuentan los que dicen que no van a ir a votar (7 por ciento) y los que lo van a hacer en blanco (6 por ciento), en votos válidos, Massa superaría largamente el 50 por ciento requerido para ganar. Los números tienen lógica porque siempre el efecto, tras un contienda electoral, es que aparecen los amigos del campeón. O sea, el que salió primero tiene nuevos votantes.
A eso se suma, sin dudas, la inestabilidad que mostró Milei la noche del domingo, lunes y martes, mientras que Massa actuó con serenidad y sin altibajos. La decisión de Leandro Santoro de bajarse del balotaje porteño contribuye al ambiente de tranquilidad y agrega a la idea de la campaña de Massa: somos seriedad y serenidad, mientras que del otro lado está lo caótico.
Los datos surgen de una encuesta realizada por Proyección, la consultora que encabeza Santiago Giorgetta. Proyección envió el sábado pasado, en las vísperas de los comicios, un trabajo en el que daba a Massa ganando al día siguiente.
La distancia fue al final mayor que la señalada por Proyección, pero la consultora marcó clara y correctamente la tendencia. En la encuesta terminada este miércoles, se entrevistaron 1.459 personas por el sistema telefónico, pero con operadores dialogando con los encuestados, no el método automático.
El trabajo de Giorgetta avanza sobre unos temas clave de la elección: a quién se van los votos de la fórmula Bullrich-Petri, los de Juan Schiaretti y Miriam Bregman.
15 por ciento de la fórmula de Juntos por el Cambio (JxC) se van con Massa-Rossi; un poco mas, 24 por ciento se van con Milei, pero más de la mitad dicen que no saben (22 por ciento), que votarán en blanco (19 por ciento) y que no irán a votar (22 por ciento).
Cualquiera se da cuenta que, al menos desde los datos, JxC debería optar por la neutralidad: el 62 por ciento de sus votantes dicen que no saben, que votarán en blanco o que se ausentarán el 19 de noviembre. Según estudios anteriores, para ganar, Milei necesitaría el 80 por ciento de los votos de Bullrich, algo que está lejos, lejísimo de ocurrir.
Un dato muy auspicioso para Massa es que casi la mitad de los votantes de Schiaretti (42 por ciento) lo acompañarán en el balotaje. Muy pocos se van con Milei (10 por ciento) y la otra mitad no sabe y, sobre todo dice que no irá a votar. Como es también lógico, el 60 por ciento de los que apoyaron a Miriam Bregman afirma que votará por Massa.
La cautela por el fenómeno “los amigos del campeón”
Como explicó este diario en su edición del lunes, el fenómeno de los amigos del campeón también se dio con Milei después de las PASO: del 30 por ciento que obtuvo en agosto saltó al 40 por ciento en 5 días. Bordeaba el pronóstico de victoria en primera vuelta, porque Massa se mantenía en 29 puntos. Los votos que ganaba Milei los había perdido Bullrich. Después la espuma fue bajando y al final fue decisiva la mirada de cerca sobre las descabelladas propuestas de Milei y lo que decían -con aún peores ideas- sus adláteres.
Según Proyección, el factor triunfo vuelve a operar ahora, porque Massa estaría ganando 7 puntos y ampliando su ventaja a 10. Lo que queda claro es que no hay que quedarse con estas mediciones, porque el tramo a recorrer es muy largo e incluye una campaña electoral intensa y un debate el 12 de noviembre.
Sin embargo, los números son leídos por gobernadores, empresarios, jueces y cada uno va posicionándose de cara a la posibilidad de un nuevo gobierno. Eso le quitará apoyos a Milei -ya está ocurriendo- y, por lo que ve, suma más desesperación a su personalidad ya inestable. Se desdice de todo lo que afirmó unos pocos días antes, coquetea con los que insultó y se pone un traje que, incluso, es muy distinto al que le sirvió para conseguir el 30 por ciento de los votos.
De todas maneras, no es aconsejable subirse a la montaña rosa de los primeros días después de una elección. Tomar decisiones rápidas en estas circunstancias aumenta los márgenes de error.
Fuente: Raúl Kollmann / Página/12