Por Mempo Giardinelli
Así, y como para profundizar el perverso proceso de desnacionalización que impone el actual gobierno cipayo, uno de los Padres de la Patria –Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (1770-1820)– puede decirse que fue ofendido de manera cruel, necia e innecesaria.
Belgrano, como el pueblo argentino sabe, fue abogado y economista, y también diplomático y militar, y su actuación pública fue destacada no sólo porque creó la bandera celeste y blanca que nos enorgullece y representa ante el mundo, sino también porque contribuyó a la libertad americana combatiendo en Paraguay y en Bolivia, e incluso porque encabezó una de las Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental.
Precursor de la Revolución de Mayo –ésa que el actual gobierno cipayo desdeña porque no se da cuenta, o no le importa– Belgrano se ocupó de destituir al virrey Cisneros y ocupó una vocalía en la Primera Junta de Gobierno que reemplazó a ese virrey.
A partir de entonces, y durante las guerras por la Independencia, Belgrano enfrentó a diversos ejércitos realistas, y condujo la primera expedición libertadora al Paraguay, que finalizó cuando celebró en 1811 el Tratado Confederal entre las Juntas de Asunción y Buenos Aires, lo que ya entonces auguraba disputas por el río Paraná. Y también encabezó una de las Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental.
Durante las dos invasiones inglesas –1806 y 1807– defendió la capital del Virreinato, esa misteriosa Buenos Aires, como definió Manuel Mujica Láinez. Y fue de los primeros patriotas en trajinar la emancipación hispanoamericana.
Es bastante evidente y obvio, hoy, que el gobierno cipayo que padece la Argentina todavía no se dio cuenta de esto, porque no le importa. Pero por eso mismo son oportunas ciertas recordaciones. Y es que, por si fuera poco, Don Manuel creó, a orillas de la hoy ciudad de Rosario y frente al majestuoso Paraná, la hermosa bandera que también representa a la hoy desdichada, jodida y abusada república que somos por obra y gracia –dígase de una vez– de la maldita horda de resentidos, cretinos y corruptos que fueron votados lamentable y boludamente por millones de argentinos y argentinas confundidos y manipulados. Que ya es hora de decirlo, además y a la vista del imparable deterioro de este país.
No sería entonces errado pensar que a modo de bomba atómica de entrecasa una caterva de patanes apátridas formó, con cuestionables visos de legalidad y aprovechando la confusión generalizada en las urnas y la estupidez de muchos dirigentes, el infame gobierno que en menos de dos años ha despedazado toda esperanza y corrompido hasta a las hormigas, y de todo tamaño.
El gobierno actual reniega de todas las glorias de nuestra Historia, sobrado como está de bestiales pretensiones de continuidad y eternización. Su apuesta, peligrosa y repugnante, apunta a la necedad, blandura ideológica y poco cerebro de casi todas las clases dirigenciales que todavía hoy siguen o negocian con un Presidente cuyo estilo goriláseo y necio no solamente se orienta a concretar la desaparición de la República Argentina, sino que ya hay claros signos de que a este paso muy posiblemente nuestro amado país dentro de no muchos años quede reducido y dividido en 4 o 5 republiquetas o neocolonias al servicio de Inglaterra y los Estados Unidos. Y seguramente con el beneplácito de los dizque “libertarios” que no libertan un corno, y del idiota silencio cómplice de dirigencias políticas y empresariales que siguen disputándose chiquitajes.
También por eso Belgrano no merece olvido, y mucho menos de parte de la caterva cipaya, violenta y desordenada que se pretende a sí misma “libertaria”, vocablo tarado si los hay en este país autoestafado por muchísimos de sus propios hijos. Y no lo merece aunque sólo sea porque junto a José de San Martín a orillas de la hoy ciudad de Rosario y frente al Río Paraná, la bandera celeste y blanca enorgullece y representa todavía (y acaso no por mucho tiempo más) a la hoy desdichada y abusada república que todavía somos.
Y que se degrada por obra y desgracia –dígase de una vez– de la horda de resentidos cretinos y corruptos que fueron votados lamentable y boludamente por argentinos confundidos en sus hartazgos, varios millones de los cuales astutamente manipulados y también por eso furibundos a la hora de votar cualquier cosa. Que es lo que hicieron y esta columna piensa que es hora de decirlo.
Lo cierto es que a modo de bomba atómica de entrecasa una caterva de patanes apátridas formó legalmente, al menos aprovechando la confusión generalizada en las urnas y la estupidez de casi todas las clases dirigentes, el infame gobierno que en menos de dos años ha despedazado toda esperanza, corrompido hasta a las hormigas, y encima haciendo alarde de sus pretensiones de continuidad y eternización gracias a la necedad y poco cerebro de clases dirigenciales que todavía hoy se confunden en peleítas de gravísimas consecuencias, y mostrando egoísmos y chiquitajes que solamente garantizarán la desaparición de nuestra amada Republica.
Es de esperar que l@s lector@s disculpen el tono de furia que enmarcan –y pretenden justificar– estas parrafadas, pero este columnista está convencido de que ante el desguace sistemático de nuestra Patria y el penoso estado de la oposición en su conjunto, ya no caben elegancias retóricas ni esquives pertinentes, salvo poquísimas excepciones.
Y es que no, ya no caben elegancias ni esquives que sólo fastidian a la gran masa del pueblo. Que ve y sobre todo siente que la Patria, esta amada y doliente República Argentina, está siendo tasajeada por grandes potencias planetarias que ya se están repartiendo descaradamente la torta con el consentimiento de inesperados dirigentes y legisladores degradados y que se prestan a esta etapa signada por un gobierno traidor, violento y cipayo como nunca jamás se habrá imaginado compatriota alguno en esta tierra hoy desdichada y llorosa.
Y el gobierno, hay que decirlo, que es obvio que fomenta la partición de la Argentina de modo que a este paso, y en menos de una década, podría dejar de existir para volver a ser colonia. Y entonces los que todavía sobrevivan deberán tragarse la Patagonia británica e Israelí, la Antártida Argentina desaparecida y acaso norteamericana o chilena, y mucho más y sin industrias ni educación ni futuro valedero.
Este columnista está convencido de que ante el desguace sistemático de la Patria y el penoso estado de la oposición en su conjunto, y con poquísimas excepciones, ya no hay elegancias retóricas ni esquives pertinentes. Al menos ya no cuando la Patria, nuestra amada y doliente República Argentina, está siendo tasajeada por las grandes potencias planetarias y sus servidores locales, que anidan en burguesías urbanas y mayoritariamente porteñas.
Una sucesión de mentiras, burlas y provocaciones definen al actual gobierno nacional como lo que es: un hato de traidores, mentirosos, violentos y cipayos como nunca jamás se habría imaginado ver ningún argentino en esta tierra hoy amargada y llorosa. Y gobierno que fomenta la partición y desguace de la Argentina, que a este paso y en menos de una década podría dejar de ser república para volver a ser colonia.
Página/12