El hallazgo ocurrió a principios de mayo, cuando el equipo de conservación acudió como cada mañana a alimentar a Tama, Anori y otras nutrias del proyecto. Allí, en una de las madrigueras de los amplios recintos naturales, encontraron a las crías acurrucadas y en buen estado de salud.
Tama y Anori forman parte del ambicioso programa de reintroducción de la nutria gigante (Pteronura brasiliensis) y esta es su segunda camada desde que llegaron a Iberá.
“Con cada nacimiento, las familias se fortalecen y los instintos naturales se desarrollan más plenamente”, señalaron desde la Fundación.
La nutria gigante, considerada el depredador tope de los ecosistemas de agua dulce, desapareció del territorio argentino a mediados del siglo XX debido a la caza indiscriminada y la destrucción de su hábitat. Su regreso es clave para equilibrar y restaurar la biodiversidad de los humedales del Iberá.
El Litoral