En ese sentido, Solans – que es atendido allí – subraya la dedicación y contención que médicos y enfermeras ofrecen a cada persona que es atendida en el nosocomio. ”¿De qué amor, de qué salud pública, de qué generosidad te hablo?”, abre con un interrogatorio personal y en gratitud hacia las enfermeras Carolina Vildoza y Marianela Marvulli.
Acaricia de la vida
”Cuando el quirófano se nublaba y el dolor construía su templo en mi cuerpo. Pedí una mano, y ellas me tendieron ternura en un apretón interminable. Era un apretón eterno. Era el apretón y la acaricia de la vida en forma de mujeres comunes. Esas héroes que la cruel rutina las tapa en el anonimato de lo urgente.
Pero mi corazón supo entender que nada sirve sin amor y las adoptó, y las tiene en sangre como parte de mi resurrección. – Dame la mano, dije tras el vidrio de mi mirada perdida, y fue Carolina, o fue Marianela, o fueron las dos: mis ángeles de la memoria infinita.
Para mí, no tienen nombres, son asombrosas sensaciones, maravillosas emociones, cobijos humanos frente a la vida que, en algún momento, pensó diluirse.
Desde ese instante, son mis ojos. Estrellas que aparecen cuando uno cree que la oscuridad se adueña de la luz. Son “la gracia de mujeres” que están ahí, en los domingos que las necesitan para que el Universo brille”, cierra el querido periodista y escritor.