Si bien se trata de una proyección preliminar, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) registró una caída interanual de 8,4% y una contracción intermensual de 1,4%. Los sectores que registraron las mayores caídas en la comparación interanual fueron construcción (29,9%) e industria manufacturera (19,6%).
A todo esto, los que vieron un crecimiento fueron agricultura y ganadería (14,1%) y explotación de minas y canteras (5,9%). Sin dudas, estos datos deberían ser considerados más que alarmantes ya que son similares a los de marzo de 2020, cuando el EMAE marcó una caída interanual de 11,5% debido a las restricciones a la circulación dispuestas en el marco de la pandemia.
Por otro lado, el IPC registró una suba de 8,8% en abril, con una suma acumulada de 65% en lo que va del año y un aumento interanual de 289,4%. El rubro que evidenció el mayor incremento fue vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (35,6%), comunicaciones (14,2%) y prendas de vestir y calzado (9,6%). A nivel regional, los mayores aumentos se dieron en el Gran Buenos Aires (9,2%) y en el noroeste (9,1%).
Salarios e inflación
A pesar de que el Presidente celebró el número y señaló que los salarios le están ganando a la inflación, el valor del nivel general del IPC aún es más elevado que el último que se informó antes del balotaje de noviembre, cuando registró un aumento de 8,3%. Si bien la inflación se fue desacelerando desde principios de año, los salarios no estarían siguiendo el ritmo de los precios sino que serían el ancla de los mismos.
En otras palabras, los salarios de las personas que trabajan debes permanecer en niveles bajos para que los precios de la economía bajen gradualmente (así como las expectativas de la inflación futura) y faciliten el camino hacia la estabilidad. La idea de utilizar anclas salariales en la economía no es nueva y se apunta a que los ingresos no recuperen el poder adquisitivo luego de una devaluación.
Este tipo de anclaje suele ser altamente recesivo debido a la caída que genera en el consumo, pero suele traer consigo un menor incremento de los precios.
Un dato que avala esta teoría es que la capacidad adquisitiva del salario promedio registrado cayó un 14,9% entre noviembre y abril, de acuerdo con los datos de CIFRA-CTA. La mayor pérdida tuvo lugar tras la devaluación, durante los meses de diciembre y enero. Un dato más que preocupante es que el poder de compra del salario medido en alimentos se retrajo un 23,8% entre noviembre y enero.
Sin dudas, la caída de la actividad (3% interanual en febrero y 8,4% en marzo) funcionó en los meses subsiguientes como un freno parcial para la inflación. A pesar de que algunas negociaciones paritarias pudieron recuperar parte de lo perdido, las mejoras fueron acotadas y en estos seis meses no se vieron recuperaciones salariales significativas.
En línea con esto, el salario mínimo no creció al ritmo de la evolución del resto de los precios. De hecho, según CIFRA-CTA cayó un 28,8% desde que asumió el Gobierno, aunque su mayor descenso se dio entre noviembre y abril (26,9%). Cabe aclarar que, bajo la nueva gestión, los aumentos del salario mínimo fueron definidos de manera unilateral por la Secretaría de Trabajo y no se llamó al Consejo del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo Vital y Móvil, que es el ámbito institucional para determinar temas referidos a las relaciones laborales.
No obstante, el salario mínimo viene perdiendo poder adquisitivo desde hace casi una década, ya que desde diciembre de 2019 registra una caída de 40,2% y desde diciembre de 2015 anotó una caída de 54,3%.
Los salarios del sector público no están exentos de esta tendencia. En un contexto de achicamiento del Estado y de despidos masivos, el salario real de las personas que se desempeñan en el ámbito público se derrumbó un 21,2% entre noviembre y abril.
Sin dudas, la actividad económica se está deteriorando día a día y todavía no se vislumbran signos de recuperación. El interrogante que queda por responder es hasta qué punto se podrá soportar esta caída que atraviesa tanto a la actividad como a los salarios y si en algún momento servirá para poder frenar un elevadísimo nivel de inflación que no se veía en Argentina desde la década del 80.
Publicado en BAE Negocios