Por Cecilia Díaz
Arrancó marzo y, junto a él, las clases. Tengo la suerte de poder ejercer la docencia en un terciario dedicado exclusivamente a la comunicación. Puedo compartir con jóvenes no sólo contenidos académicos con los que fui formada (y los que, desde ya, actualizo año tras año gracias a cursos o jornadas) sino que, por sobre todas las cosas, les puedo compartir experiencias de mis más de 20 años como periodista.
Me designaron dos materias para este cuatrimestre: Gráfico III y Agencias de Noticias. Un dato -para nada simpático- es que la cursada se inicia en coincidencia con el primer aniversario del cierre de Télam. ¿Cómo explicarles a chicos y chicas sub30 que necesitan aprender sobre el trabajo en agencias de noticias que es, prácticamente, un animal en extinción en nuestro país?
Primero fue el cierre de DyN, después la transformación de NA en una web más de noticias y ahora, con la presidencia de Javier Milei, la eliminación de Télam. La agencia del Estado, como todo medio público, es de vital importancia para el ejercicio de la democracia.
Recordemos, por ejemplo, que aún en tiempos de cuarentena una de las profesiones que se consideraban esenciales y que, por ello, contaban con libre circulación aún en los momentos más críticos, fue el periodismo. ¿Por qué fue así? Porque el derecho a estar bien informado e informada es un derecho constitucional.
Cuando un medio público es censurado, callado o definitivamente cerrado lo que está ocurriendo, principalmente, son dos cosas: muchas personas se quedan sin trabajo y, además, el pueblo pierde una herramienta primordial para enterarse de lo que está pasando tanto acá como en el mundo.
¿Por qué la falta de Télam se nota cada día más y es un fuerte impacto? Porque una agencia de noticias es una suerte de fábrica de harina con la cual después diferentes restaurantes y hogares cocinan diferentes platos. Estamos ante una generadora de “materia prima” para radios, canales de televisión, diarios, revistas, portales, podcasts y todo tipo de formato periodístico, incluidos los de redes sociales.
La agencia de noticias pública argentina no sólo tenía un servicio especial para medios abonados sino que, también, mantenía activa una web de acceso gratuito para que todos los medios autogestivos del país pudieran acceder gratuitamente a lo más importante (los medios autogestivos y la ciudadanía también, lógico). Levantarse todos los días y abrir la cablera de Télam para repasar los temas del día, ver cartelera de eventos (no sólo de espectáculos sino de marchas y actos políticos, también) era mi rutina diaria. Es más: muchas veces hacía esto antes de desayunar.
Hoy la ausencia de Télam no sólo se nota demasiado sino que, incluso, duele. Porque quienes ejercemos el periodismo y tenemos conciencia de clase acompañamos a colegas de la agencia que durante el mandato de Mauricio Macri fueron víctimas de despidos masivos sino que desde que llegó la motosierra estamos con el ojo atento a cómo están, qué les pasa, en qué se puede ayudar.
La incertidumbre es total y posiblemente Télam, si es que regresa, no volverá rápido o lo hará completamente diferente a lo que supo ser. Es difícil charlar con estudiantes de periodismo que se están formando para ejercer en estos tiempos pero es más difícil olvidarnos de que somos un gremio que, como todos, necesita de la unión, la memoria y la lucha para no ser pisoteado.
Publicado en Infonews