Por Ximena Cardoso Ramirez*
¿Cuáles son los efectos luego de tres elecciones aplicando esta legislación?
En la Cámara de diputados luego de dos elecciones legislativas consecutivas en 2019 y 2021, que mostraron avances en la ocupación de bancas, se había alcanzado el porcentaje más alto de mujeres en la historia de la cámara en el período 2021-2023 (45%). Las elecciones del 2023 le pusieron un techo a ese porcentaje. Para el Senado nacional, pareciera haber un estancamiento que ronda el 42-43% que no logra superarse. Esto se relaciona con el bajo porcentaje de mujeres encabezando listas lo cual afecta de manera negativa la efectiva ocupación de bancas. El encabezamiento de listas en el caso de las bancas del Senado juega un rol central ya que al ser listas cortas (el partido ganador se lleva 2 bancas y la primera minoría, una), quienes encabecen serán los más probables en ser electos.
¿Por qué seguimos insistiendo en la importancia de la paridad?
Porque la participación equitativa de mujeres y diversidades en los procesos de toma de decisiones es una exigencia básica de justicia y democracia. El aumento de mujeres en los debates legislativos aumenta la diversidad de perspectivas a la hora de planificar y diseñar políticas públicas. Previo a la sanción de la Ley de Cupo de 1991, la cual impuso un mínimo de 30% de mujeres en las listas, las mujeres ocupaban apenas el 4% de las bancas. Gracias a esta ley ese porcentaje ascendió al 36%. Para el año 2017 ese piso del 30% se convirtió en un techo y la cantidad de mujeres en ambas cámaras se estancó. Fue así como llegamos a la sanción de la Ley de Paridad de Género actual.
Desde 1991 hasta la actualidad se aprobaron múltiples leyes que impulsaron políticas públicas para combatir las desigualdades y violencias de género. Entre ellas se encuentran leyes como la Ley de Protección Contra la Violencia Familiar, la cual luego fue reformulada en la actual Ley 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, la Ley de Parto Respetado, la Ley de Educación Sexual Integral, la Ley de Matrimonio igualitario o la Ley de Identidad de Género. Muchas de estas leyes fueron impulsadas por mujeres que, gracias a alianzas trans partidarias, primero lograron incluir estos temas en los debates legislativos, luego generar consensos acerca de la importancia de avanzar en los derechos de las mujeres y diversidades, para finalmente conseguir mayorías y aprobar las leyes.
Aún existe una enorme ausencia de representación de otros colectivos tales como personas travestis y trans, pueblos originarios, personas con discapacidad entre tantos. Manifestamos la preocupación de que en nuestra democracia aún los espacios de poder político sean poco plurales y representativos de la enorme diversidad de la población. Los números paritarios ayudan a promover una mayor pluralidad de voces las cuales fortalecen nuestra democracia. Porque la agenda de las mujeres, es la agenda de la democracia.
*Lic. en Ciencias Políticas, integrante del Área de Políticas del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
Fuente: Télam