Sostienen, distintos psicólogos, en gran parte, que las deserciones escolares se dan por situaciones de violencias psicológicas, físicas, difamaciones, amenazas, intimidaciones, insultos o amedrentamientos, que reciben los niños víctimas de acoso escolar, realizados por lo general en el patio escolar, hoy trasladado, con efecto expansivo, a los grupos y estados de Whatsapp, y los chats e historias de Instagram, a los videos de Tik Tok, entre otros sitios virtuales.
Una manifestación puede ser, del niño o niña, mañana no quiero ir a clases, es tal vez, el primer síntoma de que algo no anda bien, una alerta que no hay que dejar pasar.
Si detectamos síntomas como padres debemos actual, no podemos cargar toda la responsabilidad en nuestro hijo o hija, al que solo se le exija sea fuerte y confronte la situación, mientras nosotros como padres no hacemos nada, ni siquiera nos quejamos en la escuela.
Ellos deben sentirse apoyados en las acciones, y tampoco debemos perder tiempo, si se observa que no se va a resolver, no se puede tolerar la falta de respeto, la manipulación y el sometimiento, si la institución no actúa clara y decididamente, lo mejor es cambiar de ambiente.
Ahora bien, los padres debemos asumir nuestras propias responsabilidades, y
preguntarnos que estamos haciendo por el bienestar de nuestros hijos, y en Estos casos, si nuestras propias acciones no estarán contribuyendo el Bullying en las escuelas.
Los colegios son responsables de la educación académica, pero no del sistema de crianza de nuestros hijos, y esta problemática tiene sus orígenes y también su solución en la casa, no solo en las escuelas. Es común, es más fácil echar la culpa en la institución, por no vigilar más a nuestros hijos y así evitar estos hechos de violencia, pero lo cierto es que es nuestra responsabilidad es educar adecuadamente fortaleciendo sus autoestimas y confianza e inteligencia emocional, para que podamos prevenir y que se evite ser víctimas o victimarios de acoso escolar.
El mayor trabajo, como padre o madre es enseñar con el propio ejemplo. No podemos pretender que nuestros hijos aprendan a ser respetuosos con los demás y consigo mismo, si uno no respetas su opinión o sus gustos. No podemos pretender que sean tolerantes ante las diferencias con otras personas sino paramos de criticar a los demás, incluyendo a ellos mismos.
No etiquetemos a nadie y mucho menos a nuestros hijos. Nunca digamos ¡Eres un irresponsable!, ¡Eres torpe, tonto!, ¡Nunca haces nada bien!. Estas frases, entre otras, tal vez tengan sana intención de que el niño mejore su comportamiento, pero realmente lo que estamos haciendo es reforzar en él, una identidad que se ira grabando en su inconsciencia.
Tenemos que cuidar cada frase que sale de nuestra boca, porque tal vez seamos nosotros, los padres, en estar haciendo bullying, la agresión psicológica comienza con la forma de expresarnos hacia nuestros hijos o hacia los demás, frente a ellos. Es común en el seno familiar o en el deporte los improperios, luego los niños los repiten, pero a sus compañeritos; Y no me lo contaron, lo escucho permanentemente cuando transito los patios escolares, o cuando tengo la oportunidad de compartir con ellos algún acontecimiento, dentro o fuera de la institución. Tengo dos niñas en primaria.
Por ello es muy importante saber que por más insignificante que parezcan algunas acciones que realizamos o decimos, podríamos estar lastimando seriamente a nuestros hijos, porque recuerden que somos sus referentes, lo más importante que tienen desde que nacen.
Trabajemos entre todos, el maltrato en las escuelas deben ser erradicados.
(*) Licenciado en Gestión de Políticas Públicas.