Por Mempo Giardinelli
Lo cierto es que con sólo eso logró neutralizar a la oposición, y en particular al peronismo. De hecho UxP y la conducción política centralizada en el Instituto Patria adoptó una posición más que cautelosa amparándose en el sinuoso argumento de “respetar el voto popular”, que más bien funcionó como pasiva aceptación de todo lo que a Milei se le antojó.
Como ha dicho Néstor Piccone (ex co-director del sistema de medios públicos y
miembro de la Mesa Nacional del colectivo El Manifiesto Argentino), “Milei tira una detrás de otra y lo hace porque puede. Y puede porque UxP no representa a nadie más que a ellos mismos. No convocan al pueblo, no tienen política y por eso se ausentan de la asamblea legislativa y no le dan pelea a Milei en ningún terreno. Ni en la calle, ni en el Congreso”.
Otros dirigentes no dejaron de recordar que las convocatorias a marchas y movilizaciones con la idea de ganar la calle surgieron primero de las centrales obreras, luego de las universidades y por último del colectivo LGBTIQ+, pero ahora las representaciones políticas parecen adelgazadas a comunicados o gacetillas, las más de las veces a través de las redes sociales. Que hoy son formas de posicionamiento político más bien pobretonas, porque no convocan a diálogos ni debates que permitan crecer.
Esta forma de posicionamiento político viene alejando al peronismo de las demandas por despidos, cortes de servicio a jubilados y discapacitados, así como a otros espacios sociales, económicos y culturales, al punto que hay quienes sostienen que “UxP es parte del régimen”, exageración dolorosa pero no totalmente descartable según algunos dirigentes consultados, quienes de todos modos consideraron muy importante el alivio que se sintió en la militancia, el día viernes, cuando el PJ Nacional y el de la Provincia de Buenos Aires se unieron para defender a Kicillof de la amenaza de intervención a esa provincia, lo que llevó una cierta tranquilidad a muchos militantes que se sintieron menos solos.
Claro que no terminaron ahí los flancos débiles. De hecho el nombramiento de dos miembros para la Corte Suprema de Justicia llevó a los representantes de UxP en el Senado a una negociación que con la firma de Sergio Uñac y Lucía Corpacci, integrantes de la actual conducción del PJ Nacional, en realidad facilitaron el aval del pliego del juez Ariel Lijo, propuesto por Milei y decisión reprobada en ámbitos peronistas.
Lo cierto es que el actual PJ parece más preocupado por armar listas que por impulsar políticas populares y de rechazo a un gobierno que por vía del DNU 70/23 reformó la Constitución Nacional atentando contra la democracia y avanzando contra todos los derechos soberanos de los argentinos. Y lo cual compromete tanto al federalismo como a quienes todavía batallan –que los hay– para que el peronismo actual deje de ser funcional al gobierno mileísta y regrese a sus históricas posiciones contra todo cipayaje.
Quizás por eso, y coherente con su habitual sorna e ironía, la revista “Barcelona” tituló “Qué era la democracia; cómo funcionaba y para qué servía”.
Lo que acaso alivió una jornada lamentable en la que el Caputo más pequeño –en todo sentido, y a quien desde la oposición llaman “Caputito”– encaró, amenazante, al diputado radical Facundo Manes. Sólo eso faltaba para coronar una jornada mamarrachesca.
En la que fue inevitable repudiar la patética farsa del Presidente Milei en el Congreso, donde, como lo haría un psicópata sin freno ni límites, hizo una vez más lo que mejor le sale: se inventó un mundo conceptual, mintió con descaro incluso gracioso por lo absurdo, y se mostró como lo que clínicamente es.
Y es claro que la salud mental del Presidente no tiene ninguna importancia, en términos clínicos, para la ciudadanía. Pero sí son graves su impunidad y abuso de insultos, agresiones, mentiras e invenciones fantasiosas.
De donde lo asombroso e inevitable es preguntarse, una vez más, cómo se explica que haya tanta gente, tanta ciudadanía, que todavía lo banca y avala, lo haya votado o no. Es realmente la gran incógnita argentina: cómo un pueblo, o una gran porción popular, de la dimensión que se prefiera considerar, sigue tolerando lo que ya parece ser la Argentina actual: una dictadura autoritaria, violenta, corrupta y antiargentina. Asombroso asunto que nadie, ningún teórico ni analista, se ha atrevido a explicar. Quizás porque parece no tener arreglo.
Lo cierto es que jamás esta república estuvo en situación semejante, tan desordenada y engañosa, tan delirante como mentida. Ni siquiera durante las varias pasadas dictaduras se alcanzaron niveles tan grotescos de descalabro mental. Que no sólo caracteriza hoy al Presidente, sino también a todo el sistema judicial que parece imperar en todos los fueros, todas las provincias y todos los tribunales, salvo poquísimos y excepcionales jueces y fiscales, cierto, que este texto prefiere no mencionar a fin de salvaguardarlos.
Como fuere, lo que queda en evidencia es que el sistema de seguridad hace agua por donde se lo mire y es así como la crisis de representación también afecta a Unión por la Patria. Y eso se ve, y se siente, justo cuando el mundo entero está en modo disparate y la República Argentina parece agonizar en manos de corruptos y ladrones.
Por eso la enorme y repugnante estafa que el mundo entero condena, sólo asegura desprecio hacia el gobierno argentino. Pero no modifica el desastre ni la magnitud del descaro, ni el horror que se vislumbra para las futuras generaciones, pobrecitas, que a este paso acelerado de delirio vaya a saberse qué esperanzas podrán tener.
Imposible no preguntarse una vez más qué habrá visto una pequeña mayoría del electorado argentino para entregarse a un sujeto que parece estar completamente loco y quizás lo sea, nomás.
Y encima con un sistema judicial en el que impresentables como el fiscal Taiano o la jueza Servini de Cubría todavía no saben si el escándalo de la criptomoneda fue una estafa o qué. Y está claro que se inclinan por “o qué” para facilitar así la oscuridad investigativa y el avance autoritario del régimen. Por eso es claro que no interesa, en lo más mínimo, seguir leyendo-escuchando-viendo estupideces y mentiras periodísticas ni insultos presidenciales.
Y por eso es mentira la supuesta controversia “casta versus gente de bien”. Es estúpido seguirle la corriente a semejante delirio infantil, vacío de pensamiento, pero patético porque la estafa se difunde, se expande como nube venenosa que sólo no la ven los necios y los corruptos acomodados en el escenario político.
Y es así como el peronismo se diluye en medio de agachadas, cobardías y mentiras; el radicalismo ha desaparecido de hecho y sólo quedan unos pocos románticos; y las izquierdas, el socialismo y el comunismo inclusive, hoy son sombras de lo que fueron, y para colmo sombras difusas.
Nunca más “No llores por mí, Argentina”. Quizás sea mejor llorar, nomás, que es lo que corresponde y hace bien porque siempre, después de llorar, hay recuperación. Y los espantos políticos duran poco cuando se enfrentan a pueblos conscientes.
Publicado en Página 12