Exactamente seis meses después de que Guillermo Francos montara la puesta en escena de entregarle en mano a Martín Menem la primera versión de la ley Ómnibus -toda envuelta en una caja de regalo con un moño de la bandera argentina -, llegó el Día D del Gobierno nacional.
Este jueves, la Cámara de Diputados terminará de sancionar las dos primeras leyes de Javier Milei con los votos del PRO, la UCR, los pichettistas, las bancadas provinciales e, incluso, algún que otro peronista. La sesión comenzará al mediodía y se especula que se extenderá por unas 12 horas: sesión extensa pero no maratónica, ya que esta vez – a diferencia de las últimas tres sesiones – el oficialismo llega con los dos textos ya pulidos.
La Cámara de Diputados solo definirá si acompaña o no los dos dictámenes de mayoría acordados, que sostienen todos los cambios introducidos por el Senado, excepto en Ganancias y Bienes Personales: los dos impuestos claves para el gobierno que, por estas horas, cuentan con una base sólida de 129 voluntades.
“El número ya está, el dictamen fue la aprobación. Mañana es ley o ley”. La frase de la dirigenta del PRO, que venía de reunirse con Martín Menem y el resto de la liga opositora que le va a aprobar al presidente sus leyes, escenificaba el clima que se vivía por la tarde en la Cámara de Diputados. Por primera vez en meses, La Libertad Avanza se movía con cierta tranquilidad por los pasillos del Congreso. Y es que luego de resolver la resistencia a la Ley Bases por las privatizaciones de Aerolíneas Argentinas, Correo Argentino y Radio y Televisión Argentina – el oficialismo no tenía el número, por lo que las sacó del dictamen -, el panorama ya estaba allanado.
Hasta los peronistas coincidían con el desenlace: este jueves a la medianoche, Milei podría celebrar la sanción de sus dos mega proyectos con ínfulas refundacionales que, entre otras cosas, instalan una regresiva reforma laboral, un régimen de inversiones con beneficios exorbitantes para las multinacionales por 30 años, la privatización de ocho empresas públicas, facultades extraordinarias para cerrar organismos públicos, la restitución del impuesto a las Ganancias para los trabajadores, una reforma de Bienes Personales para los sectores más acaudalados del país y un oneroso blanqueo de capitales.
Serán, en total, unas cinco votaciones. La primera para la sanción definitiva de la Ley Bases, en donde el oficialismo aceptará las modificaciones introducidas por el Senado. Es decir, los cambios introducidos al RIGI, facultades extraordinarias y el listado de privatizaciones.
Luego llegará el turno del paquete fiscal, que tendrá cuatro instancias. La primera será la votación del artículo 111 que insta al Poder Ejecutivo a enviar un proyecto que disminuya en un 2 por ciento el gasto tributario (es decir, las exenciones impositivas y regímenes especiales).
Este punto fue rechazado por los dos tercios del Senado – que salieron en defensa de régimen especial de Tierra del Fuego, puesto en la mira por este tipo de iniciativas -, y el oficialismo concedió incorporarlo a modo de gesto a la Coalición Cívica y el radicalismo. El artículo no tiene chances de reunir los dos tercios en Diputados: funcionará, más que nada, como una herramienta discursiva para la oposición amigable.
Recién a la noche, sin embargo, comenzará la tensión. Porque después de votarse el 111, arrancará el tratamiento de Ganancias y Bienes Personales.
La reforma de Bienes Personales, que sube el mínimo no imponible e incluye varios beneficios para los sectores más ricos de la Argentina, tendrá menos problemas en aprobarse.
En el Senado había rechazado la reforma, pero el oficialismo confía en que, pese a algunas objeciones iniciales de diputados de HCF, repetirá la mayoría de 142 votos con la cual la había aprobado en abril en Diputados. Un escenario similar especular para la última votación, que será la del resto del paquete fiscal con las modificaciones del Senado. A pocas horas de que comenzara la sesión, los diputados repetían la misma frase: “El tema ya está”.
Página 12