El juez Juan Ramos Padilla, a cargo del TOC 29, empezó a leer el histórico veredicto este martes a las 20.10 en una sala colmada por periodistas y cámaras de televisión, en la que se destacaba la custodia policial impuesta al exmandatario una semana atrás. El magistrado dio por probados todos los hechos denunciados por la joven. Quien fue dueño y señor de la provincia y amasó una enorme fortuna, escuchó la sentencia con gesto adusto, los ojos entornados y una medallita con inscripciones en hebreo apretada entre los dedos de su mano izquierda, que lo acompañó desde el inicio del juicio oral y público, el 5 de febrero.
En un momento, se lo vio secarse algunas lágrimas. Ramos Padilla ordenó que quede detenido inmediatamente y sea trasladado a una unidad penitenciaria federal. Alperovich pasó su primera noche tras las rejas. La condena, leyó el juez, vencerá el 17 de junio de 2040.
Se descuenta que su defensa, a cargo del abogado Augusto Garrido, del estudio del ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona, apelará el fallo y que en las próximas horas, probablemente este miércoles, pida su excarcelación. Los fundamentos del fallo se conocerán recién el viernes 16 de agosto a las 15.30: se comunicarán a las partes por vía electrónica, anunció el juez. Alperovich cumplirá 70 años en abril del año próximo y podría pedir entonces la detención domiciliaria.
La condena coincide casi con lo que había pedido la Fiscalía, que fue una pena de 16 años y medio de cárcel y puede leerse como un mensaje fuerte a la sociedad contra la impunidad de un personaje tan poderoso, que se manejaba como señor feudal en su territorio. Además, la sentencia avala la importancia de la palabra de la víctima como prueba en casos de violencia sexual.
La querella había pedido 22 años de prisión y la defensa, la absolución de Alperovich con el argumento de que todo era una causa armada por sus adversarios políticos..
La lectura del fallo
En la sala de audiencias del TOC 29, ubicado sobre la calle Paraguay al 1500 de CABA, estaban sus cuatro hijxs y otros allegados. Su esposa, la exsenadora Beatriz Rojkes –que fue presidenta del Partido Justicialista en su provincia y llegó a ser, a partir del 30 de noviembre de 2011, la primera mujer presidenta provisional del Senado, segunda en la sucesión presidencial, con Cristina Kirchner como jefa de Estado– siguió la lectura del fallo de manera remota.
Al escuchar la condena a 16 años de cárcel, una de las hijas rompió en llanto tomada de la mano de su hermana y acurrucada sobre sus rodillas.
El juicio oral y público empezó el 5 de febrero y a lo largo de cuatro meses, declararon más de 70 testigos.
La audiencia de este martes estaba citada para las 13. Alperovich llegó al tribunal unos cuarenta minutos antes, acompañado por la custodia que le impuso el magistrado una semana antes(– a pedido de la querella y la fiscalía – por el riesgo de fuga), y por sus cuatro hijos. La familia y la policía lo rodearon a modo de “scrum” para atravesar la muralla de cronistas y camarógrafos que lo esperaban y poder entrar al edificio. No hizo declaraciones.
Una escena similar se produjo cuando ingresó a la sala, con el sobretodo negro sobre un brazo, de traje azul y corbata al tono, camisa blanca, y entre los dedos de la mano izquierda la medallita con la que se lo vio en cada audiencia en la que participó de manera presencial. Lo acompañaba su defensor Augusto Garrido, que reemplazó a Mariano Cúneo Libarona, cuando fue designado en el Gabinete presidencial.
El juez Padilla le comunicó que tenía derecho a decir sus últimas palabras antes de conocer el veredicto, pero el exmandatario se negó. Entonces, el magistrado anunció un cuarto intermedio hasta las 20. Otra vez, Alperovich debió sortear el enjambre de periodistas, apiñados en la pequeña sala. Y otra vez salió sin hacer declaraciones.
La sobrina presentó la denuncia en noviembre de 2019 tanto en los tribunales tucumanos como en la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM) en Buenos Aires: algunos hechos –enumeró– habían ocurrido en el departamento de Puerto Madero propiedad de Alperovich, otros en la casa que usaba para sus reuniones políticas en Tucumán, en una mansión en las afueras de la capital provincial y hasta dentro del auto donde se trasladaban. Al momento de la denuncia tenía 29 años. Y en forma paralela difundió una carta donde contaba que los hechos habían ocurrido “desde diciembre del 2017 hasta mayo de 2019”.
Ahí llegó a describir a Alperovich como “un monstruo”. “No quería que me besara. Lo hacía igual. No quería que me manoseara. Lo hacía igual. No quería que me penetrara. Lo hacía igual. Inmovilizada y paralizada, mirando las habitaciones, esperando que todo termine, que el tiempo corra. Ya saldría de ahí y estaría en mi casa, ya habría más gente alrededor, ya el disimulo y el trabajo lo iban a alejar de mí”, puntualizó.
La joven fue secretaria suya y le manejaba la agenda, en un principio para actividades proselitistas (por entonces Alperovich era senador) y luego en el marco de la campaña electoral por la gobernación, en la que terminó perdiendo estrepitosamente frente a Juan Manzur. Los comicios fueron en junio de 2019 y Alperovich salió cuarto.
Medio año después de su denuncia, volvió a difundir una carta pública, donde se lamentaba de las demoras en la investigación y los obstáculos que encontraba para que la causa avanzara: “No necesito que nadie me diga que José Alperovich cometió actos de abuso contra mi integridad física, sexual y psicológica para que sea cierto, yo sé que es cierto, lo viví, me pasó a mí. Elegí elevar mi caso a la Justicia, a pesar de lo difícil que es llevar a cabo una denuncia, por mi necesidad de poner las cosas en su lugar y de decirlas para liberarme de su carga”, escribió F. Cuatro años y medio después de presentar la denuncia, el juez Ramos Padilla le creyó.
Página 12