Familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia, que repudian el accionar represivo de sus padres, tíos y abuelos durante la última dictadura cívico militar, señalaron con preocupación que “llegue al poder” el “negacionismo” que expresa la fórmula presidencial de La Libertad Avanza (LLA), que integran Javier Milei y Victoria Villarruel, por lo que llamaron a votar con “conciencia democrática”. Además, se pronunciaron “a favor de los derechos humanos” y “contra los crímenes de lesa humanidad”.
“Vemos con gran preocupación que, a 40 años de democracia, el negacionismo encarnado en la fórmula Milei-Villarruel tenga posibilidades de llegar al poder”, sostuvieron los integrantes del colectivo Historias Desobedientes en un comunicado difundido en sus redes sociales.
Allí destacaron que “expresarse en contra de la democracia, negar la cifra de los desaparecidos, calificar de excesos a los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado y llamar mentirosas a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo” forma parte de la embestida discursiva de la campaña de LLA, pero advirtieron que “el peligro es el plan de gobierno, explicitado en su plataforma electoral”.
“Lo peligroso del plan de gobierno de LLA es que promueve (para las fuerzas armadas) la doctrina de Seguridad Nacional, la misma que implementó la dictadura militar en 1976”, dijo a Télam, Analía Kalinec, una de las referentes del colectivo.
Esto implica, explicó, “una concepción militar del Estado y del funcionamiento de la sociedad” que, en tiempos de la última dictadura, permitió la instrumentación del “plan sistemático de exterminio de 30.000 compañeros y compañeras”.
En esa línea, en los últimos días se sumaron las declaraciones de Cecilia Pando, presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos de Argentina (AFyAPPA) y antigua colaboradora de Villarruel, en las que, a través de la red social TikTok, le pidió a Milei que, en caso de llegar al gobierno, dé “una solución” para los represores detenidos por crímenes de lesa humanidad, a quienes consideró estar “ilegalmente” detenidos por los “mal llamados” delitos de lesa humanidad.
Para los familiares que integran Historias Desobedientes es necesario marcar su “posicionamiento ético” frente a los discursos que niegan o justifican el accionar represivo estatal, “que regresan si se perpetúa el silencio y la negación dentro de nuestras familias”, aseguró.
Su padre, Eduardo Emilio Kalinec, exoficial de la Policía Federal, fue condenado en 2010 a prisión perpetua tras ser juzgado por su participación en los crímenes cometidos en los centros clandestinos de detención del circuito ABO (Atlético-Banco-Olimpo).
“Como hijas e hijos, nietos y sobrinos de los perpetradores, nos enfrentamos a nuestras propias familias, logramos romper el mandato de silencio, pero sabemos que es no es fácil, porque también se quiebra el afecto”, dijo y recordó que su familia la desheredó, luego de enfrentar a su padre.
Días atrás, el colectivo lanzó una campaña en redes sociales con el hashtag #Detrasdelafoto, en la que por medio de cinco videos sus integrantes narran, a partir de fotos familiares, sus historias de vida y el proceso de toma de conciencia para cuestionar y desobedecer el mandato de silencio.
“Tenemos que llegar a los más jóvenes, a los que no vivieron la dictadura”, aunque también tenemos que hablar “de familiar de genocida a familiar de genocida”, afirmó Kalinec, De ese modo, comentó, buscan “una interpelación directa a Villarruel. Le estamos diciendo: ‘Sabemos de dónde venís y sabemos que se puede hacer algo distinto con eso'”, indicó.
Son muchas las hijas y los hijos “desobedientes” que pasaron por el colectivo desde que este irrumpió en la escena pública en 2017.
La hija del represor Miguel Etchecolatz, Mariana Dopazo -que en 2014 hizo un pedido a la justicia para la sustracción de su apellido paterno y sustitución por el materno-, fue una de las voces que se hicieron públicas durante la marcha contra el fallo conocido como “2×1”, que intentó durante el gobierno de Mauricio Macri reducir las penas a los genocidas implicados en la dictadura.
En la misma línea, Erika Lederer, hija de Ricardo Nicolás Lederer, segundo jefe de la maternidad clandestina de Campo de Mayo, hizo un llamamiento por las redes sociales convocando a otras y otros hijos de genocidas.
“A partir de una serie de encuentros, conocí a Liliana Furió y a Analía Kalinec, y meses después, fundamos Historias Desobedientes, que tuvo su primera aparición durante la marcha de Ni Una Menos contra los femicidios, el 3 de junio de 2017”, contó a esta agencia. Allí se sumó Pablo Verna, entre otros.
Ese mismo año, presentaron un proyecto de ley solicitando la reforma del Código Penal para que se les permitiera declarar como testigos en contra de sus padres en los juicios de lesa humanidad y, así, aportar información negada hasta entonces por sus progenitores.
En 2019, Verna declaró en el juicio conocido como “Contraofensiva Montonera”, en el que aportó información sobre la participación de su padre Julio Alejandro Verna, -excapitán y médico traumatólogo del Hospital de Campo de Mayo durante la dictadura-, en la aplicación de anestesia a los detenidos para adormecerlos antes de arrojarlos al Río de la Plata desde aviones, en lo que se conoce como “los vuelos de la muerte”.
Por su parte, Lederer declaró en la “Megacausa Campo de Mayo”. Su padre, implicado en numerosos casos de apropiación de bebés, se suicidó cuando debía comparecer ante la justicia por la falsificación de la partida de nacimiento del nieto restituido por Abuelas, Pablo Gaona Miranda, contó Erika, que es abogada y poeta.
Actualmente Lederer y Verna forman parte de “Asamblea desobediente, por la memoria, la verdad y la justicia”, colectivo que surgió de una escisión de Historias desobedientes, “con una práctica asamblearia y horizontal en la toma de decisiones”, aclararon sus integrantes.
Junto a Liliana Furió, Lorna Milena, Enrique Adler, Lydia Lukaszewics, Julie August y Mariela Milstein participan de movilizaciones en defensa de los derechos humanos, realizan charlas en colegios y centros culturales, y desde hace tres años llevan a cabo un ciclo de cine debate.
En declaraciones a Télam comentaron el impacto de las declaraciones de Villarruel y la interpelación que, desde su lugar de enunciación singular como hijas e hijos que repudian a sus padres represores, pueden aportar a la sociedad.
“Hace muchos años que Villarruel viene trabajando políticamente con mucha precisión sobre ´lo que dice´ y ´lo que hace´”, reflexionó Verna, y advirtió que la lógica de pensamiento que subyace en su discurso, “es la de eliminar al que piensa diferente”.
El abogado e hijo desobediente consideró que “se trata siempre de la misma disputa entre el pueblo y sus opresores actualizada a los formatos del presente”, y exhortó que “no se puede proponer hoy que la solución sea el exterminio”.
“Menos aún cuando, como sociedad, atravesamos 40 años de democracia y construimos consensos para enjuiciar y condenar a más de 1.000 genocidas”, expresó.
En tanto, Lorna Milena, hija de un suboficial de la Prefectura durante la dictadura, expresó que junto a otros familiares se pronunció “a favor de la vida y los derechos humanos”.
“Los intereses que representa Villarruel no condicen con una mirada crítica sobre el accionar de las fuerzas armadas durante la dictadura”, sostuvo, y remarcó, “su trayectoria todos estos años estuvo ligada a los mismos intereses que guiaron a su padre, entonces creo que ella es consciente de lo que hace”, evaluó.
Según Verna, los familiares pueden “aportar la memoria completa de lo que sucedió durante la dictadura en otro sentido al que le da Villarruel: para señalar quién es quién en esta historia”, remarcó,
Verna recordó haber escuchado en su familia de origen decir que “tenían que aniquilar a la generación revolucionaria de los 70 porque no había otra forma de pararlos. Con el tiempo entendí que fue para imponer un modelo económico de exclusión”, afirmó.
“Ideológicamente, Villarruel está en la vereda de enfrente”, reflexionó Furió, cineasta, feminista e hija de Paulino Furió, quien fue condenado a prisión perpetua en 2012.
“En lugar de invitarla a reflexionar, hay que buscar los contrapuntos en su discurso, enfrentarla” y “no dejar de construir memoria en cada ámbito que habitemos. Es decir, construir más consensos democráticos y seguir juzgando a los genocidas”, concluyó.
Télam