Su perspectiva sobre la reconciliación fue también influenciada por su experiencia como militante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, organización insurgente a la que perteneció en la década de 1960; como resultado de esta militancia, estuvo privado de la libertad entre 1972 y 1985.
Su fallecimiento, anunciado tras varios meses de lucha contra un tumor en el esófago que se conoció en abril de 2024, provocó múltiples reacciones en América Latina. Entre ellas, destaca especialmente la resonancia de sus mensajes dirigidos a Colombia, país al que acompañó de forma activa y reflexiva en distintos momentos clave de sus procesos de paz.
Desde sus años como mandatario (2010-2015) y aun después de abandonar el cargo, Mujica fue una voz constante en el escenario internacional en favor de las salidas negociadas a los conflictos armados. Su mirada sobre el caso colombiano estuvo atravesada por su experiencia personal como integrante de un grupo guerrero que operó en Uruguay en las décadas de 1960 y 1970. Esta historia le permitió, según sus propias palabras, “comprender los dilemas éticos y políticos que enfrentan los actores del conflicto”.
Uno de los hitos más significativos de su participación en los procesos de paz en Colombia tuvo lugar en 2016, cuando asistió como invitado internacional a la firma del acuerdo entre el Estado colombiano y las Farc-EP, realizada en Cartagena. En ese lugar, expresó: “el perdón no es olvidar, es superar”, enfatizando que la memoria de las víctimas debía estar presente en la reconstrucción del país, pero sin que ello impidiera avanzar hacia una nueva etapa de convivencia nacional.
Aquel acto representó un momento simbólico no solo para Colombia, sino para figuras como Mujica, que reconocieron en el proceso colombiano un referente para la región.
Semanas antes, en La Habana, donde se desarrollaron los mencionados diálogos, Mujica había compartido un mensaje centrado en la paciencia y la determinación: “No hay caminos fáciles, pero hay caminos posibles”. La frase reflejaba su convencimiento de que la paz, aun en escenarios complejos y fragmentados, podía ser alcanzada si existía voluntad y compromiso de las partes.
Durante el mandato del presidente Gustavo Petro, su rol volvió a cobrar protagonismo con la reactivación de los diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Mujica participó como miembro del grupo de acompañamiento internacional, ofreciendo orientaciones y análisis desde su experiencia.
En una de las sesiones celebradas en 2023, señaló que “la paz no es rendición, es convivencia”, haciendo énfasis en que una negociación no debía interpretarse como una derrota militar, sino como una oportunidad para transformar la estructura social y política del país.
Uno de los mensajes más significativos de Mujica a Colombia ocurrió en marzo de 2025. En un video difundido por el propio presidente colombiano, el líder uruguayo envió un saludo cargado de emotividad y contenido político, en un contexto donde la gente ya no cree en la paz.
“Mis viejos huesos ya no dan ni para ir en la esquina. No estoy lejos de irme cualquier día de estos, pero recuerda, soy militante desde que tenía 14 años y todavía hago lo que puedo, pero es hermoso poner nuestra vida al servicio de una causa. Nos entiendan o no nos entiendan. Le doy un abrazo y a través de ti (Gustavo Petro) a todo el pueblo colombiano. Sigamos luchando por una humanidad mejor”, señaló el expresidente Uruguayo.
Con su partida, desaparece una de las voces internacionales que más acompañó de cerca el proceso colombiano. No obstante, sus palabras continúan vigentes como guía en los momentos de incertidumbre y como recordatorio de que la paz es un camino que no termina con una firma, sino que se recorre cada día con decisiones, actos y voluntad compartida.
Infobae