Almada, quien fue detenido y torturado antes de su exilio y falleció este sábado en Paraguay luego de una enfermedad, fue quien descubrió los llamados “Archivos del Terror” de la dictadura de Stroessner (1954-1989), que dan cuenta del vínculo con el Plan Cóndor y le valieron al también ensayista y poeta el Premio Nobel Alternativo de la Paz en 2002.
Durante su exilio, trabajó para la Unesco y se dedicó a denunciar los crímenes de lesa humanidad de la dictadura de Stroessner.
La dictadura de Stroessner fue una de las más largas del mundo en el siglo XX. Unas 20.000 personas fueron víctimas directas de violaciones de derechos humanos durante los casi 35 años que duró, según datos de la Comisión de Verdad y Justicia de Paraguay.
Hubo 19.862 detenidos en forma arbitraria o ilegal; 18.772 ciudadanos torturados y 59 ejecutados extrajudicialmente. Además, 336 están desaparecidos.
Almada inició su actividad política como sindicalista y fundó una escuela en la localidad paraguaya de San Lorenzo que fue cerrada en 1974 por las autoridades militares.
En el marco del Plan Cóndor funcionó la campaña de represión política y terrorismo de Estado promovida por Estados Unidos en Latinoamérica en la década del ’70. Foto:ippdh.mercosur.int
Ese año, Almada se convirtió en un preso político al ser detenido y enviado a la cárcel de Emboscada, que funcionaba en esa época como un campo de concentración.
Durante las sesiones de tortura a las que fue sometido, los militares llamaron por teléfono a su casa e hicieron que su esposa escuchase los gritos de Almada al ser torturado. La mujer falleció al instante por un infarto.
El abogado inició una huelga de hambre en la cárcel, fue liberado en 1977 gracias a la presión internacional y se exilió en Panamá hasta el final de la dictadura.
Durante su exilio, trabajó para la Unesco y se dedicó a denunciar los crímenes de lesa humanidad de la dictadura de Stroessner.
Tras regresar a Paraguay, Almada y María Stella Cáceres, su nueva pareja, descubrieron los “Archivos del Terror” en 1991 en una comisaría de la ciudad de Lambaré, en el sur de Paraguay y limítrofe con Chaco, gracias a un allanamiento solicitado por un juez.
Se trata de alrededor de 700.000 documentos clasificados que contenían comunicaciones entre autoridades militares, policiales y colaboracionistas civiles de Paraguay, Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.
Los documentos descubiertos también daban cuenta del intercambio y traslado de detenidos, métodos de tortura, espionaje y seguimiento de civiles.
Durante las sesiones de tortura a las que fue sometido, los militares llamaron por teléfono a su casa e hicieron que su esposa escuchase los gritos de Almada al ser torturado. La mujer falleció al instante por un infarto
Estos archivos sirvieron para probar en juicios de lesa humanidad en Paraguay y otros países de la región la existencia del Plan Cóndor, la campaña de represión política y terrorismo de Estado promovida por Estados Unidos en muchos países de Latinoamérica en la década de 1970.
En 2014, Almada viajó a Argentina y se reunió con Pablo Gaona, el nieto recuperado número 102, que es hijo de paraguayos detenidos-desaparecidos, y con Abuelas de Plaza de Mayo.
También se reunió con el juez Norberto Oyarbide para apoyar una querella de paraguayos víctimas de la dictadura de Stroessner en el marco del principio de justicia universal, que da competencia a un Estado para sancionar al autor de un delito, cualquiera que sea el lugar en que se cometió y cualquiera sea la nacionalidad de su autor o víctima.
Almada denunció que la impunidad en Paraguay era “rampante” y que, más de dos décadas después de la caída de Stroessner, el aparato represivo del stroessnerismo seguía intacto.
Asimismo, acusó al expresidente de Paraguay Horacio Cartes, mientras estaba en ejercicio, de no tener “ninguna voluntad política de investigar” los crímenes de lesa humanidad de la dictadura.
En 2023 recibió un reconocimiento de la Cámara de Senadores de Paraguay por sus invaluables aportes para la recuperación, protección y puesta en valor de los Archivos del Terror.
“Tenemos que seguir trabajando, aunque abrir los archivos y difundirlos sea muy peligroso”, dijo entonces Almada.
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