Argentina logró un triunfo histórico en el Maracaná. Por primera en unas Eliminatorias mundialistas, Brasil perdió como local. Los responsables de la hazaña fueron los campeones del mundo, que se impusieron 1-0 con un gol de cabeza de Nicolás Otamendi en una auténtica batalla que quedará en la memoria colectiva del fútbol argentino.
El encuentro estuvo demorado durante 27 minutos por la represión policial a los hinchas argentinos. Los jugadores albicelestes fueron a proteger a la gente y se fueron al vestuario con la idea de suspender el juego si no frenaban las agresiones.
La Selección campeona del mundo mostró su estirpe y su grandeza para llevarse un triunfo tan importante como histórico: nunca, en más de 50 partidos jugados en su tierra, Brasil había perdido por Eliminatorias. Hasta que llegó la Scaloneta y, una vez más, cambió la historia.
Argentina no jugó un gran partido pero mostró personalidad para defender, tuvo muy buenos pasajes manejando la pelota y aprovechó su oportunidad. Del equipo de Diniz se extrañaron las ausencias de Casemiro, Neymar y Vinicius y, sobre todo, el buen juego que le permitía ostentar el récord de no haber perdido nunca en las Eliminatorias.
Cada vez que uno entra al Maracaná ve volar fantasmas, algunos son históricos, otros que fueron vistos en directo. En el arco de la izquierda del palco de prensa, Alcides Gighia deja mudas a 200 mil almas. Otros tiempos estos, con un estadio de todas butacas y capacidad para 78.838 personas.
El “ole, ole” de un toqueteo argentino un par de minutos antes del final fue la frutilla del postre hasta que llegó el desahogo. Los hinchas argentinos se quedaron saltando y festejando hasta que ya no quedaba nadie de Brasil.
En el final de la batalla, los jugadores volvieron a saltar los carteles, esta vez para celebrar con los hinchas. En el arco del gol de Götze celebraron la victoria que había sellado Otamendi en el otro arco, el del gol de Di María, que los brasileños deben creer que está embrujado.
Página 12