Sin embargo, Levin confirmó aspectos de la acusación. Los más destacados: que efectivamente denunció una supuesta defraudación no probada de parte de estos trabajadores (que fue la excusa para las detenciones ilegales y las torturas) y que lo hizo con la intención de aleccionar a todo el personal, que el policía Víctor Hugo Bocos cumplía funciones en su empresa como “inspector oculto” y le acercaba informes sobre los trabajadores, y que efectivamente se usó un colectivo de La Veloz del Norte para transportar a los trabajadores detenidos en Tucumán.
El empresario participa de manera virtual en el juicio oral y público que se realiza ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de Salta. Esa circunstancia dificultó su declaración (realizada sin la promesa de decir verdad), que fue intermediada por uno de sus abogados, Marcelo Arancibia. El trámite tuvo picos en los que se volvió engorroso y hasta terminaba respondiendo el defensor antes que el imputado, lo que motivó quejas del defensor público de la Víctima, Nicolás Escandar, que representa a Víctor Cobos, ex empleado de La Veloz del Norte, donde era delegado gremial de la UTA y que fue uno de los detenidos en enero de 1977.
Levin contó que denunció “en la Comisaría que estaba ahí frente a (la cancha del Club) Juventud” la supuesta defraudación a su empresa. Aseguró que esa fue la única oportunidad en que estuvo en la Comisaría Cuarta, que en la dictadura funcionó como centro clandestino de detención y tortura, y negó haber ido luego, cuando ya los trabajadores denunciados y otros estaban detenidos, como aseguran algunas de esas personas. También negó que Grueso haya ido a la Comisaría, como aseguran testigos. “Nosotros hicimos la denuncia” y “tenía que actuar la justicia”, se descargó. “La justicia estaba a cargo”, insistió. Su defensor le preguntó si había instigado la tortura a los empleados: “No, porque esa no era la función nuestra, la función nuestra era hacer funcionar la empresa”, respondió.
El empresario también destacó que una vez que fueron liberados, se reunió con unos cinco trabajadores y fueron reincorporados, incluso se jubilaron en la empresa. Dijo que lo hizo porque no le había dado importancia al hecho y porque creía que merecían una segunda oportunidad. Aseguró que no había conflictos gremiales en la transportista porque pagaban muy buenos sueldos, un relato que también contradice los testimonios de trabajadores. Ganaban muy bien, “no tenían necesidad de hacer lo que hicieron”, ratificó.
“Inspector oculto”
Marcos Levin está siendo juzgado ahora por los secuestros y torturas en perjuicio de 16 personas. En 2016 fue condenado en relación a la detención ilegal y los suplicios que sufrió Cobos. En esa causa también fueron condenados tres ex policías, Víctor Hugo Almirón (que ahora está siendo juzgado por los otros 16 casos), Víctor Hugo Bocos y Enrique Cardozo (f).
Bocos, que cumplía funciones en la Cuarta, también estaba acusado en esta causa en juicio ahora, pero fue apartado por razones de salud. Trabajadores de la empresa lo han señalado como alguien que se manejaba como un empleado en La Veloz del Norte, que realizaba controles e inspecciones y andaba en un vehículo de la firma, un Ford Falcon celeste. Y luego participó en las detenciones y en las torturas.
Ayer Levin confirmó que efectivamente el policía trabajaba en La Veloz, solo que dijo que había sido incorporado por su entonces socio, Gambetta; incluso dijo que él objetó: “no puede ser que tengamos un empleado de la Policía que esté trabajando con nosotros”. Sin embargo, confirmó que después lo usó. “Bocos cumplía la función de inspector oculto”, dijo. Añadió que “solo informaba” de irregularidades que pudiera detectar. Era un trabajador “muy temporario”, puso énfasis.
El fiscal Juan Manuel Sivila le preguntó a quién informaba Bocos. “A nosotros. Estaba al servicio nuestro en ese momento”, ratificó Levin. “No tenía que hacer ninguna otra cosa. Aparte, como era un inspector oculto, él después venía y hacía el informe”, confirmó. Aclaró entonces que con “nosotros” se refería a él mismo, a otro ejecutivo de apellido Giberti y a Grueso.
Enseguida reconoció también que la Policía de Tucumán usó un colectivo de La Veloz del Norte (que justo habían llevado a Tucumán en un viaje para asentarlo, dijo) para traer a los cinco trabajadores detenidos allá hasta la Comisaría Cuarta, donde también fueron torturados y obligados a firmar (como el resto) falsas confesiones. Algunos de estos trabajadores, Jorge Delaloye entre ellos, afirman que Levin y Grueso los recibieron en la dependencia policial.
Las ganancias no se informan
El abogado de la querella de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Gastón Casabella, y el defensor público de la Víctima Nicolás Escandar tuvieron la virtud de impacientar al empresario.
Casabella le pidió que informara sobre las ganancias de la empresa después de 1977. “No sé por qué tengo que darle explicación de las ganancias o pérdidas que tiene la empresa”, se molestó Levin. Casabella explicó que es un dato de interés porque tiene que ver con el contexto. El intercambio fue zanjado por la presidenta del Tribunal, Marta Liliana Snopek, que le aclaró al acusado que no tenía obligación de contestar.
Enseguida Levin volvió a fastidiarse con el querellante, que esta vez quería saber por qué había reincorporado a personas que él mismo había denunciado por fraude a su empresa. El empresario se quejó de que le preguntara sobre algo que ya había explicado, Arancibia terció recordando las razones que había dado su defendido y al final Levin anunció que no iba a responder.
Después, respondiendo al defensor público de la Víctima aclaró que solo había denunciado a un empleado, Nolberto Ciriaco Justiniano, y que por su declaración se implicó a un total de siete (aunque en total fueron detenidas 22 personas en aquel momento). Entre los muchos entredichos que se dieron en esta parte de la declaración, hubo un momento que exhibió con mayor claridad lo dificultoso de declarar por vía remota. Escandar preguntó cómo se había coordinado el traslado de los detenidos de Tucumán en un colectivo de la empresa, teniendo en cuenta que Levin había dicho que tras la denuncia no tuvo más contacto con la Policía. Se cruzaban los comentarios del empresario, las intervenciones de su abogado. “Entonces estaba en contacto con la Policía”, concluyó el defensor de la Víctima. “Ya dijo que no”, se adelantó Arancibia y Levin le hizo eco: “Ya dije que no”.
“Ha desaparecido”
Otro momento destacable se vivió cuando Escandar quiso saber si Levin recordaba la exoneración de Cobos de la empresa. “El señor Cobos ha desaparecido”, respondió el empresario. El abogado de Cobos se sorprendió, le preguntó si se refería a que no había ido más al trabajo. “Y si digo que ha desaparecido debe ser que ha dejado de trabajar”, respondió Levin con sorna. Escandar le hizo notar el uso de un término tan significativo justo en un juicio por crímenes cometidos por el terrorismo estatal que instauró las desapariciones como política criminal en el país. La jueza Snopek se impacientó, interrumpió para aclarar que Levin se refería a que no había ido a trabajar.
“¿Lo despidieron?”, insistió Escandar. “Desapareció de la empresa”, respondió ahora el abogado defensor de Levin. “¿Le siguieron pagando?”, siguió Escandar. “¿Usted le pagaría a alquien que no va a trabajar?”, se irritó Levin. El defensor de la Víctima le recordó que él debía responder las preguntas y Levin concedió que no le pagaban.
Grueso declaró en segundo lugar. “Soy totalmente inocente”, aseguró. Buscó desmentir a Víctor Cobos, sus dichos “son totalmente falsos y mentirosos”, aseguró. Aclaró que viene de “una familia peronista”, y que no es cierto que tuviera animosidad con los sindicalistas ni que persiguiera a trabajadores de la empresa, de la que presentó como un administrativo más. “No perseguí a nadie, no denuncié a nadie”, afirmó. Negó que hubiera confeccionado una lista de las personas que Levin denunció luego y que tampoco hacía controles.
El momento gracioso lo aportó un ex empleado de La Veloz del Norte, Amado Núñez, que también fue detenido en 1977, aunque solo por horas. El defensor de Levin le preguntó su concepto sobre el empresario. “Como patrón”, respondió esquivo y ante la insistencia se despachó: “como todo patrón, es duro de domar”.
Fuente: Página/12