Hoy que la basura vuelve a ser un problema sobre todo para la ciudad de Resistencia, el compost se impone como una práctica de separación que también permitirá a cada familia contar con tierra abonada y bien nutritiva para la siembra, que nos permitirá poder armar una huerta doméstica saludable en nuestros patios. “Sobre todo es una práctica para poder reducir, que la primera etapa para llegar a esto que se llama compost es separar aquello que sirve de lo que no sirve. Con lo que sirve me refiero a aquello que ingresa en la cadena del reciclado y que lo podamos aguantar en nuestras casas un poquito más”, sostuvo.
En cuanto a los vidrios, los plásticos, las latas y todo lo que se fue generando durante las Fiestas y que en algunos hogares aún continúan en las casas por los problemas que atañen a la limpieza urbana, pidió que puedan retenerse. “Son cosas que no se pudren y sería fundamental que aguanten un poquito más para achicar un poco lo que sale a la calle. Y de eso que no se pudre, también podemos extraer otras cosas. Pero de lo que queda en nuestra casa, en esa costumbre que tenían nuestros adultos mayores y era muy común, el compostaje es una muy buena alternativa”, manifestó.
Recomendó para ello, tener en cuenta algunos tipos: “No podemos poner en el compostaje los restos de carne, los huesos, restos de pollo. Otra cosa que lo perjudica es la ceniza”.
El primer paso, para quien tiene lugar, es hacer un pozo en la tierra que tiene que mantenerse, preferiblemente, aireado. No hace falta que sea muy profundo, con unos 80 cm. funcionará bien.
El segundo paso es agregarle ramas, en lo posible más grandecitas para asegurar que ene l fondo quede aire, porque necesita para todo el proceso el oxígeno para estabilizar la materia orgánica. “Bastante parecido a lo que hacemos cuando llenamos una maceta en una escala más pequeña, que siempre dejamos un drenaje en la parte inferior”, indicó.
Luego se mezclarán los restos verdes que van quedando sobre todo de frutas y verduras, “cualquier tipo de cáscara, es fundamental, y mezclarlo con algunas hojas que podamos tener, que no sea únicamente esta capa de material orgánico puro porque eso va a hacer que se genere demasiado metano y va a demorar más el proceso. Si se puede 50 y 50, mejor, con las hojas que juntamos de lo que cae de los árboles. Sirve también el pasto que cortamos, una vez que está seco sobre todo. Lo dejamos al costadito del pozo y la tierra que sacamos del pozo, también que quede al costado porque no vamos a poner únicamente restos verdes, sino que va a estar mezclado con la hoja, el resto de verduras o frutas y una pequeña capa de tierra y volvemos a agregar otra vez”.
Explicó que la capa de tierra que se añade a la mezcla cumple muchas funciones, “porque tiene muchos nutrientes, un montón de microorganismos que van a ayudar a la descomposición y a evitar que ingresen roedores o moscas que van a ser atraídas sino por lo que tengas dentro del pozo”.
“Una cuestión fundamental en esta época tiene que ver con la lluvia, porque si el pozo se llena de agua vamos a estar complicados. Por eso el lugar del que vamos a disponer va a necesitar de una chapa o algo que uno tenía tirado en el patio y que puede servir para cubrirlo, con un ladrillo o tronco arriba para cubrirlo por ese día de tormenta, después necesita tener siempre aire”, apuntó.
No hace falta removerlo.
Puede utilizarse yerba usada, pero seca, tallos de verduras que no se usen, también secas para no agregarle tanta humedad.
“Son cuestiones de hábitos y lo más importante es cuando tenemos nuestros primeros productos. El producto para un abono de calidad es de 6 meses, pero en nuestra zona que hace calor, muchas veces en 4 meses ya tenemos abono que podemos utilizar para enriquecer nuestras plantas pero sobre todo para no generar más residuos en la ciudad”, manifestó.