Por el Ing. José Sesma
Sin duda, la década de 1970 fue clave para la integración del Cono Sur, ya que se firmaron tratados fundamentales, como el Acta de Santa Cruz de la Sierra y el “Tratado de la Cuenca del Plata”. Los tratados y acuerdos internacionales entre los países del Cono Sur fueron suscritos para ser cumplidos, garantizando así la libre navegabilidad de los ríos Paraná y Uruguay.
Este último, suscrito por los cancilleres de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay en Brasilia el 23 de abril de 1969, entró en vigor el 14 de agosto de 1970 y marcó el inicio de un proceso de integración y coordinación para identificar las necesidades de la Cuenca del Plata, promoviendo el desarrollo económico en todas las regiones de los países miembros.
Estos acuerdos internacionales establecen pautas y normas específicas. Sus anexos detallan estatutos, describen las instalaciones y obras complementarias, asegurando el correcto funcionamiento y aprovechamiento de los cauces de los ríos donde se emplazan.
Itaipú debe asumir con seriedad el cumplimiento del tratado firmado entre Brasil y Paraguay el 26 de abril de 1973, que permitió la construcción de la represa hidroeléctrica sobre el río Paraná. Para ello, es imperativo que se edifiquen las cuatro esclusas de navegación y el embalse compensador de Itacuá, ubicado en el kilómetro 1.597 del río Paraná, entre el municipio argentino de Candelaria y el distrito paraguayo de Nueva Alborada.
Por su parte, Argentina y Paraguay deben honrar el convenio suscrito el 23 de enero de 1958, que dio origen al “Tratado de Yacyretá”, ratificado el 3 de diciembre de 1973 en Asunción. En este tratado, ambos países se comprometieron a garantizar la libre navegabilidad, en consonancia con el “Tratado de la Cuenca del Plata”.
Sin embargo, este compromiso solo se cumplió parcialmente con la construcción de una esclusa de navegación, sin avanzar en la obra estipulada en el Anexo B: el “Embalse Compensador” a la altura de Itá Corá-Itatí.
La ausencia de un embalse compensador en Yacyretá conlleva graves consecuencias para la navegabilidad de las aguas abajo de la presa. Sin esta infraestructura, el río experimenta estiajes que reducen su profundidad, generando fluctuaciones diarias en el nivel del agua.
Esto no solo dificulta la circulación de embarcaciones, sino que también afecta la reproducción de los peces y otros usos esenciales del agua.