El “affaire” comenzó cuando el periodista sueco Lapo Lappin investigó las novelas de Läckberg y publicó un artículo de la revista online Kvartal con análisis de datos obtenidos con una herramienta “estilográfica” de datos. Esa herramienta analiza las palabras más comunes en un texto y las procesa utilizando métodos estadísticos y recopilando los resultados en un diagrama. Así, los resultados del análisis revelaron que existía una consistencia de estilo entre las distintas novelas de misterio ambientadas en Fjällbacka, típicas de Läckberg. Después, el periodista de Kvartal introdujo los libros de los ocho escritores de novela policíaca más vendidos de Suecia en un programa de inteligencia artificial que ya reveló la verdadera identidad de la autora de “The Cuckoo’s Calling” en 2013, donde J.K. Rowling utilizó el seudónimo de Robert Galbraith para publicar.
El programa destacó una notoria similitud entre el estilo de las novelas de venganza de Läckberg, como “Una jaula de oro” y “Alas de plata” y la producción del escritor Pascal Engman, quien había trabajado como editor de Läckberg en la editorial Forum y a quien ahora señalan como su “ghost writer”, el escritor en las sombras o fantasma.
Ante la publicación de la nota con el análisis de datos, Läckberg recurrió a la red social Instagram para insinuar que la investigación había nacido del esnobismo literario sueco.
En una publicación, expresó que le acusaban de no ser una buena escritora y que señalamientos como estos eran “meros dardos envenenados” para desmerecer su éxito.
Läckberg mencionó también que había elogiado abiertamente a Pascal en repetidas ocasiones por ayudarla a escribir de una manera nueva y contó que había necesitado su ayuda para encontrar una nueva voz para su serie literaria “Faye”, basada en “Una jaula de oro” y “Alas de plata”. Sin embargo, no se refirió directamente a los hallazgos de la inteligencia artificial y su editor tampoco dijo nada sobre si descartaba categóricamente haber utilizado un escritor fantasma para este libro.